Los llamados “piques” tienen nuevamente una persona debatiéndose entre la vida y la muerte. En la noche del pasado sábado un joven de 22 años perdió el control de su moto y se estrelló cuando se dedicaba a esta letal práctica en la Avenida del Ferrocarril en el vecino municipio de Dosquebradas.
La pregunta que salta a la vista es la misma de siempre, si los “piques” están prohibidos y las autoridades saben exactamente qué días de la semana se ejecutan, a que horas se hacen, y casi que tienen un registro de cada una de las motos que participan en esta práctica absurda, por qué no se le pone orden a esta locura.
Las autoridades siempre dicen cada vez que ocurre un accidente como el del último fin de semana, como lo han dicho ahora, que ellas constantemente están haciendo control para evitar que esta práctica se lleve a cabo; sin embargo, el día a día demuestra otra cosa completamente distinta.
Los jóvenes se reúnen los días de costumbre, a la hora acordada y en el sitio conocido, sin que alguna autoridad se asome siquiera por el lugar y menos impida que, además de las altas velocidades, entorpezcan la movilidad y le quiten la paz y la tranquilidad a los habitantes del sector.
Se dirá que los motociclistas tienen el derecho a usar las vías y avenidas de la ciudad, y es cierto; pero una cosa es esto y otra bien distinta que las usen para convertirlas en pistas de carreras, a las horas que son las de descanso de los ciudadanos y en condiciones físicas no aptas para conducir una moto.
Para nadie es un secreto, las autoridades de tránsito y la Policía lo saben de sobra, que los “piques” son un centro de consumo de bebidas alcohólicas y de consumo de droga, y que la gran mayoría de los motociclistas y sus acompañantes participan de estas prácticas bajo los efectos de estos u otros estimulantes.
Estas personas, pues, ni están haciendo uso correcto de las vías públicas, ni están observando las normas de tránsito, ni están respetando la tranquilidad de los habitantes, ni mucho menos están tomando las precauciones que eviten que se presenten accidentes como el del pasado fin de semana.
Es hora de que las autoridades del municipio de Dosquebradas y la Policía le pongan coto a una práctica que desafía la ley, que pone en peligro la vida de muchas personas, que altera la tranquilidad pública, que estimula el consumo de estupefacientes y que viola todas las normas de convivencia ciudadana.