Las denuncias que han hecho algunas menores alumnas del Lucy Tejada, contra docentes vinculados a la Secretaría de Cultura del Municipio de Pereira, debe esclarecerse completamente y cuanto antes, para bien de la Institución y tranquilidad de los jóvenes que allí estudian y de sus familias.
Por supuesto, será la justicia la que determine la responsabilidad de los acusados y las sanciones, de ser ciertas las acusaciones que por lo menos dos estudiantes han hecho sobre ellos; pero independiente de esto es necesario que se establezca la verdad de lo sucedido y que esto se haga no con la lentitud que acostumbra el aparato judicial, sino con la premura que el caso amerita.
Se ha dicho que los docentes señalados de aprovechar la ventaja que ofrece la relación maestro – alumna para construir una relación sentimental con estas, están todavía vinculados a la Institución y dictando clases en ella, porque gozan de la presunción de inocencia, principio al cual, por supuesto, tienen derecho; sin embargo, la desconfianza que han generado entre el circulo educativo y en general en la sociedad allegada a la entidad, con su inapropiado proceder, obligaba por lo menos a suspenderlos en sus funciones educativas mientras se aclara su cuestionado comportamiento.
Nada bueno le reporta a la institución y a la Secretaría de Cultura de Pereira de la cual depende, saberse que los profesores de algunos de sus programas educativos se involucran con sus estudiantes y mantienen relaciones sentimentales con algunos de ellos y peor aún si se conoce que los alumnos son menores de edad.
Qué padres de familia pueden dejar ir tranquilos a sus hijos todavía casi niños a una institución donde los profesores no tienen clara la obligación ética de mantener la debida distancia con sus estudiantes y que, valiéndose de su evidente superioridad, de la autoridad que transmiten y de la natural imagen de admiración que crean entre la población estudiantil, terminan aprovechándose de sus alumnos.
Cada persona tiene la libertad de decidir con quien se interrelaciona y de escoger con quien lo hace sentimentalmente, pero hay quienes, como los profesores, tienen la obligación de respetar ciertas barreras que impone la ética como docentes, el buen nombre de la Institución que les confió la responsabilidad de transmitir conocimientos y enseñar valores, y las buenas costumbres.
Es necesario, pues, que se aclaren cuanto antes las denuncias de las dos estudiantes de música del Lucy Tejada, contra algunos de sus profesores y que mientras tanto se separe a estos de su responsabilidad y de su contacto con sus alumnos para no afectar el nombre de la Institución y de la Secretaría, y la necesaria confianza entre la comunidad.