Por todo esto, las capturas que se acaban de producir lavan un poco la deteriorada percepción que hoy transmite la Policía entre la inmensa mayoría de los colombianos.
Un año se demoró la justicia para actuar en el mayor oso que haya protagonizado la Policía de Risaralda en la historia reciente. El Juzgado 167 de Instrucción Penal Militar y Policial acaba de capturar a seis oficiales de la Institución: un coronel, dos mayores, un capitán, un teniente y un subteniente, por su participación en el vergonzoso caso de la “Olla del Barrio La Libertad” en Pereira.
Como se recordará estos y otros policías hicieron venir al entonces ministro de defensa, Diego Milenio, para que presidiera la demolición de una vieja edificación que supuestamente era una de las mayores ollas de distribución y comercialización de toda clase de estupefacientes, y que apenas dos días después se supo que era solo una vivienda abandonada de propiedad de una anciana que había tenido que desocupar por problemas económicos.
Ese día el Ministro, en compañía del Comandante de la Policía Metropolitana, de los jefes de los principales organismos de seguridad del Estado, del Alcalde de Pereira, de altos funcionarios de los gobiernos municipal y departamental, y de toda la prensa regional y nacional, dio la orden para que una retroexcavadora le diera el primer golpe de pala a la vivienda y celebrara con ello un nuevo éxito de la Policía en la lucha contra las organizaciones dedicadas al tráfico de estupefacientes.
Con los días se supo que la tal olla no era eso, que era una casa que tenía orden de demolición no por su mala utilización, sino porque estaba abandonada y amenazaba ruina; que las personas que mostraban los videos con los cuales la Policía sustentó sus informes, eran habitantes de calle que fueron llevados allí para filmarlos y que todo fue un burdo montaje para mostrar resultados positivos en la lucha contra el narcotráfico.
A pesar de que unas semanas después el para esos días comandante de la Policía Metropolitana, fue destituido de su cargo, el resto de los oficiales participantes en la sonada pantomima, siguió en la institución como si lo ocurrido hubiera pasado un buen chiste, al punto que el hoy capturado coronel Carlos Andrés Garcia Suárez, quien era el jefe de la Sijín en Pereira, se desempeña como comandante de la Policía en Cúcuta.
Por todo esto, las capturas que se acaban de producir lavan un poco la deteriorada percepción que hoy transmite la Policía entre la inmensa mayoría de los colombianos y devuelve en algo la perdida confianza producto de hechos como estos y de las actos delictivos cometidos por algunos de sus miembros y que aunque son hechos individuales y aislados, han minando la imagen de una institución que merece mejor suerte.