Nuevamente el Departamento salió bien calificado en competitividad. Según el reciente estudio realizado por el Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario, Risaralda obtuvo un puntaje de 6.31, en un rango de uno a diez, manteniendo el cuarto lugar que traía desde el 2022 y solo superado por Bogotá, Antioquia y Atlántico.
A pesar de que Risaralda bajó el 0.05 con relación a la medición anterior, al pasar de 6.27 que había registrado en el 2022 a 6.22 que mostró este año, sigue siendo, de los tres que conforman el Eje Cafetero, el departamento mejor calificado, seguido por Caldas que ocupó el séptimo lugar y del Quindío que se ubicó en la octava casilla.
El Índice Departamental de Competitividad se compone de cuatro factores, trece pilares y 108 indicadores que se clasifican en 27 sub pilares de la competitividad y mide el desempeño de los 32 departamento y Bogotá, agrupados en ocho regiones según el Plan de Desarrollo 2018-2022, en los distintos aspectos de la vida nacional.
Risaralda, de acuerdo con el estudio, alcanzó su mejor desempeño en el pilar de sofisticación y diversificación en el que obtuvo una destacada calificación de 9.47 sobre diez, sustentado fundamentalmente en los logros en diversificación de mercados de destino de exportaciones y en diversificación de la canasta exportadora.
El otro pilar en el que el Departamento obtuvo un comportamiento destacado fue en educación básica y media en el que ocupó el cuarto lugar en el ranking nacional con un puntaje de 7.42, además de que en el indicador de cobertura neta en educación secundaria logró el tercer lugar.
Ahora, los mayores retos los tiene Risaralda en el pilar de infraestructura en el que obtuvo solamente una calificación de 3.69, el puntaje más bajo de sus mediciones y que lo coloca en el puesto 26 de la tabla general, en razón del pobre desempeño en los indicadores de costo de transporte terrestre al mercado interno y costo de transporte terrestre a aduanas.
En el otro pilar en el que el Departamento tiene mucho por trabajar es en el de educación superior y formación para el trabajo. Allí hubo un significativo retroceso en los indicadores de graduados en posgrado, cobertura bruta en formación técnica y tecnológica, pruebas saber pro e instituciones de educación superior con acreditación de alta calidad, dominio de inglés y proporción de estudiantes egresados del Sena y vinculados al mercado laboral.
De todas maneras hay que destacar que el Departamento siga ocupando los puestos de comando en el Índice Departamental de Competitividad, esté al tope en el pilar de sofisticación y diversificación y haya mostrado un avance importante en seis de los trece pilares que conforman la medición. Es necesario eso sí hacer una ruta de trabajo articulada con la academia, la empresa y la sociedad civil, para, basada en la vocación productiva y en el conocimiento que se tiene, lograr un mayor impacto en la competitividad regional.