Nada más ventajoso para el negocio de la droga, que un enjambre de distribuidores regados por toda la Ciudad entregando a domicilio, sin el riesgo de ser detenidos por la Policía.
Si la llamada dosis personal dio hace un timpo patente de corso a todo el que consume drogas para que la cargue y la consuma públicamente a cualquier hora del día, la sentencia que acaba de aprobar la Corte Suprema de Justicia va a legalizar que cualquier persona pueda convertirse, sin infringir la ley penal, en fácil distribuidor y comercializador de estupefacientes.
La Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia acaba de fallar en favor de un soldado que fue sorprendido portando cincuenta gramos de marihuana y que había sido sentenciado por porte de estupefacientes. El alto tribunal conceptuó que, si la persona demuestra que lo que lleva consigo, no importa la cantidad, es para su consumo personal, no puede ser judicializado por ello.
Esto, en la práctica, quiere decir, ni más ni menos, que cualquier persona podrá cargar cualquier cantidad de marihuana, o de cocaína, o de otra droga, y no puede ser molestado por la Policía ni por otra autoridad, y no es difícil imaginar que quienes se dedican al microtráfico se valdrán de esto para su actividad de distribución y comercialización de estupefacientes en pequeña escala.
Nada más ventajoso para el lucrativo negocio de la droga, que un enjambre de distribuidores regados por toda la Ciudad o de mensajeros entregando a domicilio los pedidos telefónicos, como parece acostumbrarse ahora, sin el riesgo de ser interceptados por la Policía e incautadas las sustancias.
Todo con un agravante y es que todos los que hoy están siendo juzgados por porte de estupefacientes y están detenidos en las diferentes cárceles del país, tendrán que ser dejados en libertad. Es decir, que en los próximos días estarán en la calle miles de personas a las que les estaba prohibido portar droga y ahora la propia Corte Suprema los ha autorizado a cargar cualquier tipo de estupefaciente.
Esto sin hablar de lo que significará para la seguridad y la imagen de una ciudad que quiere convertirse en centro de negocios, en destino turístico y en polo de inversión, que sus esquinas estén llenas de personas consumiendo abiertamente toda clase de drogas, que por sus calles deambulen todo el día personas bajo los efectos de la droga y que sus parques y lugares públicos sean centros de comercialización autorizada de estos productos.
Lo único que quedaba en el país como delito, después de que secuestrar militares se volvió hacer un simple cerco humanitario, matar campesinos y violar niños es parte de la guerra, vandalizar la ciudad, destruir el transporte público y asesinar policías es el derecho a la protesta social, y capturar el flagrancia a los jefes de las organizaciones criminales es entramparlos; era dedicarse al narcotráfico y portar droga; pero dolorosamente ahora si esto, no importa la cantidad, es para el uso personal de miles de personas, no puede ser investigado por la justicia colombiana.