Hace exactamente tres años que el entonces presidente de la República Iván Duque, decretó, por el término de 30 días, el “Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica” en todo el territorio nacional y a renglón seguido ordenó, como medida preventiva, el Aislamiento Preventivo Obligatorio por un lapso de 19 días que empezaron a contar el 25 de marzo y terminaron en su primera etapa el 13 de abril.
Vencidos estos primeros días preventivos, el Gobierno Nacional prorrogó sucesivamente una y otra vez la vigencia de las medidas de excepción y las adicionó con otras nuevas con el igual propósito de salvaguardar tanto la salud de los colombianos como la permanencia de las empresas y con ellas la conservación del empleo del mayor número de trabajadores posible; hasta que las condiciones, producto del esfuerzo del Gobierno, del avance de la vacunación y del propio autocuidado de los ciudadanos, permitió ir levantando paulatinamente las restricciones, hasta que por fin el 21 de junio pasado el Presidente anunció la terminación de la emergencia sanitaria a partir del 30 de junio siguiente.
Durante estos 27 meses y los siguientes hasta el día de hoy, la pandemia, según registros oficiales, ha dejado en todo el país 6.360.089 personas contagiadas y dolorosamente 142.629 que no soportaron los letales efectos del temible virus. Sin contar, por supuesto, un número indeterminado que nunca quiso, a pesar de los evidentes síntomas, hacerse la prueba y que muy seguramente fue alcanzado por la enfermedad, y por tanto no quedaron en los registros oficiales.
En Risaralda, a pesar de que fue una de las regiones con menos consecuencias graves en el campo de la salud, las autoridades del departamento han sumado en sus registros oficiales 111.359 casos positivos de Coronavirus, lo que representa casi el 12% de la población, y 2.539 personas fallecidas como consecuencia del virus.
De las secuelas económicas de la pandemia en estos 36 meses, hay cifras diversas; pero en lo que todos coinciden es que en todo el país y donde Risaralda no es la excepción, miles de empresas de todos los tamaños tuvieron que cerrar sus puertas ahogadas por el encierro obligatorio y las limitaciones consecuentes; decenas de miles de puestos de trabajo cancelados y cientos de millones de pesos perdidos producto de falta de actividad productiva y comercial.
Claro que, aunque las condiciones de hoy son bien distintas a las de hace tres años, cuando poco se sabía del virus y todo era confusión y expectativa, hay una realidad y es que el virus aún persiste, que sigue contagiando a la gente, especialmente a la población mayor y que no tiene ninguna dosis de vacunación; que hay personas que se siguen muriendo de Covid y que la economía y las empresas todavía no se sobreponen completamente a los devastadores efectos de la pandemia.